Por: Andrea Molina
En los últimos años, las diversas crisis han sensibilizado a una parte de la sociedad sobre la importancia de la producción y distribución de alimentos, acompañada de la permanencia de las comunidades rurales en los territorios. Ahora, términos como agroecología son más familiares que hace 30 años atrás, pues, este además de ser una técnica de producción ha logrado visibilizarse como una opción de vida y un movimiento social en defensa de la naturaleza, la educación, la economía solidaria y el derecho a la alimentación.
Tarsicio Aguilar, uno de los líderes de este movimiento en Colombia nos cuenta sobre su trabajo y experiencia de vida.
Él es ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional, con estudios en agroecología y manejo de suelos.
Hace parte de la Red Colombiana de Agricultura Biológica RECAB y allí es integrante del Comité Coordinador. Además, acompaña diferentes procesos a nivel departamental y nacional, relacionados con la agroecología.
Trabaja hace más de 20 años en la promoción de la agricultura ecológica en el país.
La agroecología, un movimiento para la construcción de paz
La producción y el consumo local de los alimentos son un primer elemento para la construcción de paz.
En Colombia y a nivel mundial la mayor parte de los alimentos la produce campesinos y pequeños productores tanto de vegetales como de especies acuáticas.
Cuando se habla de la agricultura familiar, se hace referencia a los campesinos, a los negros, a las comunidades Rom y a los indígenas que producen alimentos para el abastecimiento familiar y para fortalecer las economías locales.
Un segundo elemento, es el manejo de la biodiversidad. Las economías capitalistas se basan en la extracción, no solo de los minerales, también de los recursos naturales. Contra esto están las economías campesinas que no piensan en extraer los recursos naturales para beneficio propio, sino en hacer un uso sostenible de ellos.
Tercero, el carácter comunitario del uso de los bienes comunes, el agua, el alimento y los demás bienes naturales como el bosque.
En este sentido, las comunidades afro e indígenas, en algunos casos, tienen derecho al territorio, que por ley les corresponde, y pueden hacer un manejo colectivo de estos bienes. Para las comunidades campesinas es un poco más complejo porque han sido despojadas de sus tierras y no tienen todavía un reconocimiento especial como sujetos de derecho, pero tampoco tienen un territorio.
A pesar de ello, a nivel nacional y mundial se vienen configurando diferentes espacios para poder trabajar y preservar estos bienes comunes para una distribución más equitativa de los alimentos.
Pilares y desafíos de la agroecología
La agroecología es una forma de vida y una construcción política para este fin.
Sus pilares y desafíos son:
- Acceso al alimento para todas las comunidades, desde el trabajo del derecho humano a la alimentación y no de forma diferenciada, como lo tiene la constitución colombiana.
La gran dificultad en este punto son los planes de desarrollo nacionales que tienen un enfoque extractivista, que benefician solo a algunas personas y no están centrados en el bienestar de las comunidades.
- El acceso a la tierra. La carencia de tierras, ya sea el despojo vía violenta o por leyes y normas como el aumento de la valorización o el cambio en el uso del suelo, que también llevan al desplazamiento de la población. En contraposición a este panorama, desde el trabajo de la agroecología se busca la permanencia de las comunidades en el territorio.
- La salud. “Hace 50 años atrás la alimentación campesina no estaba en las miras de las grandes industrias. Ellos tenían su economía basada en otros bienes y servicios, pero han decidido incursionar en la economía a través de la alimentación y han generado cambios en la alimentación tradicional, por productos procesados y ultra procesados, lo que ha llevado a reconfigurar el manejo de los alimentos”, expresa Tarsicio. Esto conlleva a un detrimento en la producción campesina, en la distribución y en la salud de las personas.
El trabajo con las comunidades
Una de las estrategias más relevantes para fortalecer el trabajo con las comunidades son las Escuelas de Agroecología, pero frente al debilitamiento de los procesos organizativos a nivel local y nacional, “estamos de nuevo enfocándonos en el trabajo colectivo para fortalecer los procesos organizativos, de incidencia política y lograr bienestar y bienvivir”, expone Tarsicio.
Todos podemos generar cambios
En este 2021, RECAB al igual del movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe cumplen 30 años de existencia.
En los últimos seis años, desde RECAB, “estamos trabajando en el tema de incidencia política y, desde allí, estamos generando un proceso de construcción de políticas a nivel nacional y departamental que nos lleve a pensarnos en un ejercicio de cómo la agroecología debe ser un objeto dentro de los planes de desarrollo municipales y departamentales”, advierte Tarsicio.
A partir de la declaratoria del Año Internacional de la Agricultura Familiar en el 2014, en el país y en todo el mundo se reactivan los movimientos campesinos y en Colombia se creó un comité que, en la actualidad, es la Red de Agricultura Familiar.
En la actualidad trabajan en la formulación de otras políticas.
“Cualquier persona que se alimente y que esté trabajando por el derecho humano a la alimentación tiene cabida, para seguir construyendo propuestas de vida”
Lee aquí la guía pedagógica de la Resolución 464
Educación agroecológica
El departamento de Antioquia tiene escuelas de agroecología en el suroeste, nordeste, oriente y occidente con instituciones como Corporación La Ceiba, la Corporación CEAM, la RECAB, la Corporación COREDI y la Corporación Penca de Sábila, que promueven la agroecología y desde el Estado, el SENA.
A nivel nacional, estas escuelas vienen trabajando desde hace varios años, en territorios como el Eje Cafetero y el norte del Valle, y en los departamentos de Cauca, Nariño, Tolima, Huila, Córdoba, Sucre, Magdalena, Santander, Putumayo.
“La agroecología no solo son prácticas, es una apuesta de vida y un proceso organizativo, para nosotros es movimiento, es política, pero también es práctica”