“Más vale un mal arreglo que un buen pleito” dicen los abogados, porque conviene llegar a un acuerdo aunque no satisfaga del todo a las partes, en lugar de seguir un pleito incierto, largo y costoso.
Algunos tratan de aplicarlo al acuerdo con las Farc, pues con resignación justifican cederle algo a la guerrilla (el mal arreglo) en vez de continuar una guerra que puede ser justa, pero que es costosa, larga y dejará muchos muertos (optar por el buen pleito). Es una analogía errada porque el “Acuerdo para construir una Paz estable y duradera” es lo contrario: un buen arreglo, que es mucho mejor que un mal pleito.
Votar Sí es un buen arreglo porque por las buenas se acaba la guerrilla más antigua de América, entrega las armas y acepta las reglas de la democracia y el Estado de Derecho que durante 52 años trató de destruir.
Votar No y rechazar el acuerdo es casar un mal pleito, seguir tratando de acabar con las Farc a bala, sin garantía de hacerlo, como no lo ha podido hacer el Estado durante cinco décadas en que las debilitó pero no derrotó.
Votar Sí y apoyar el acuerdo es un buen arreglo para el ejército porque tendrá el monopolio de las armas; no sacrificará más soldados en combates estériles; no habrá más heridos ni mutilados. Por eso dijo un soldado profesional, que lleva años en la selva persiguiendo a la guerrilla, matando y viendo morir a sus compañeros: “¡Qué bueno que se acabe esta vaina!”. O lo que han dicho los generales que toda su vida combatieron a las Farc: “para el Ejército la paz es la victoria”.
Votar No y rechazar el acuerdo es seguir un mal pleito: seguirán las minas y las bombas, otros millones de víctimas serán desplazadas, la violencia traerá más violencia hasta que nos agotemos de matarnos unos a otros. Votar Sí y apoyar el acuerdo es un buen arreglo para las víctimas porque les pedirán perdón, conocerán la verdad y podrán reconciliarse. Se liberarán del dolor de su tragedia: el perdón, como dijo Ghandi, no cambia el pasado pero puede cambiar el futuro. Votar No y rechazar el acuerdo es un mal pleito para la justicia: implica aceptar que los jefes de las Farc sigan impunes, y en 52 años de combate no han podido ser juzgados ni condenados.
Votar Sí y apoyar el acuerdo es un bueno para la economía, porque a una Colombia en paz llegarán más turistas a ver sus paisajes hoy prohibidos, el campo y los campesinos se podrán desarrollar en equidad, y los inversionistas tendrán menos riesgos para sus proyectos. Votar No y rechazar el acuerdo es continuar un mal pleito: significa gastar más en materiales de guerra que en la educación o la salud; significa gastar más en la muerte que en mejorar la calidad de vida de los colombianos.
Votar Sí y apoyar el acuerdo es mirar el futuro con la esperanza de un mejor país para nuestros hijos y nietos.