La conferencia del profesor Absalón Machado se realizó en la entrega de la séptima versión del Premio Jorge Bernal, que entrega la Cooperativa Confiar.
La propuesta que hoy nos ocupa es una invitación a soñar y hacer una lectura diferente de la vida urbana y rural y de sus relaciones con el fin de transformarlas a partir de una lectura distinta de la realidad que pueda conducir a su transformación.
Después de muchos años de observar y hacerle seguimiento a las políticas públicas para el sector rural, he llegado al convencimiento de que es necesario cambiar de rumbo y enfoque para buscar una verdadera transformación de la ruralidad, que no solo solucione su problema actual, sino que busque una senda de desarrollo, o un modelo diferente, que sustituya el existente considerado insatisfactorio desde muchos puntos de vista.
La propuesta de reinvención de la ruralidad no es en sentido estricto nueva, de alguna manera se ha sugerido directa o indirectamente en diferentes épocas, mas no en los mismos términos, ni con la misma intencionalidad y enfoque, ni similar sugerencia de relacionamiento de procesos, y la mira del futuro como el escenario de la transformación. Asumimos un escenario prospectivo a partir de la realidad.
Colombia presenta muchos contrastes y se debate entre el atraso y una modernidad incompleta y no siempre anhelada por todos. La modernidad civilizadora llegó a los grandes centros urbanos, mas no a lo rural, y arrasa e invade la ruralidad, no para darle una oportunidad de avanzar en su propio desarrollo, sino para destruirla dejándola sin oxígeno para sobrevivir con dignidad e identidad.
Desde el siglo XIX se han presentado en el campo grandes tensiones sociales, conflictos y políticas, con soluciones inapropiadas y discontinuas. Estamos hoy en una encrucijada y no sabemos cómo darle salida, pues si bien el modelo adoptado deja buenos dividendos a las élites, deja en la desesperanza al grueso de la población que vive y trabaja en la ruralidad, y de aquellos que por diversas razones han debido abandonar el campo y viven incómodos y frustrados en las ciudades.
El país necesita reinventarlo casi todo, y en esta apuesta solo nos ocupamos de la ruralidad, considerándola como la punta de lanza de un proceso más comprehensivo que vaya abarcando diversos ámbitos en la sociedad como una honda que se expande continuamente.
El sector campesino o de pequeños productores, los pobres del campo, está amenazado por cuatro grandes tendencias: la urbanización y la conurbación, el desarrollo de los mercados, la ineficacia e inadecuación de las políticas públicas, y los procesos de modernización productiva que los va sacando de sus parcelas y proyectos de vida a medida que la competitividad se toma como el rasero para poder permanecer en un sector productivo, por mandato de los mercados. Se estima que en el país existe entre 7 y 9 millones de pequeños productores, cerca de 2,5 millones de familias que viven actualmente en la desesperanza, por no decir el abandono.